En la cultura occidental la navidad es una fiesta vinculada a la familia, a los reencuentros, al compartir con amigos y seres queridos, asociada a una imagen social de felicidad y armonía. Las celebraciones de la navidad y del fin de año, favorecen el surgimiento de intensas emociones ligadas a nuestra historia personal y familiar que evocan las pérdidas simbólicas y reales, a su vez traen a la memoria el recuerdo de personas queridas que han fallecido o de sí mismos en otro tiempo que se percibe como feliz. Es frecuente que se reaviven sentimientos de tristeza, vulnerabilidad o miedos ante la inminencia de los reencuentros familiares, por un lado deseados y para algunas personas, temidos debido a la reactivación de conflictos no solucionados a lo largo de los años. Si las circunstancias personales o laborales exigen estar físicamente lejos de la familia, la nostalgia, la añoranza y la sensación de soledad pueden estar muy presentes. En este punto es importante diferenciar entre lo que es estar solo y sentirse solo, la primero es el hecho objetivo de no estar en compañía, especialmente de personas a las que se está vinculado afectivamente, lo segundo es una sensación subjetiva que se puede producir tanto si se está sólo como acompañado de la familia o personas cercanas. La soledad es constitutiva al ser humano, favorece la reflexión, hay personas que la buscan de forma activa para sentirse en paz y en disposición creativa, otras personas le tienen tanto miedo que huyen de la soledad de forma compulsiva, porque se entiende ésta como una especie de fracaso personal y se afanan en estar acompañados con quien sea con tal de no estar solos, por lo general, el resultado de este comportamiento es una sensación de vacío aún mayor, nadie puede acompañarnos durante toda la vida salvo nosotros mismos. Cuando hay perdidas recientes, cuando existe la distancia no deseada hay tristeza, es lo natural, lo adecuado y es sano para la persona permitirse experimentar esa emoción, es una de emociones básica para el ser humano, le permite aceptar e integrar experiencias difíciles para aprender y crecer como personas. En estas fechas si por circunstancias tienes que estar solo o sola, deseas hacerlo porque las redes o vínculos que tienes no son suficientemente nutricios o satisfactorios, es una buena oportunidad para cambiar la forma de ver la soledad, una ocasión para aprender a estar contigo mismo/a, un espacio de tiempo para revisar a qué y quiénes estamos apegados, puedes aprovechar la oportunidad para hacer aquellas cosas que te gustan y para las que probablemente no has sacado tiempo, de hacer nuevos planes de cambiar y dejar atrás actitudes o hábitos no deseados que no te generan satisfacción. Recuerda que la soledad y la tristeza no significan aislamiento ni sufrimiento.
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